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sábado, 16 de mayo de 2020

El futuro es hoy






Hoy más que nunca nuestra mente se ve invadida por imágenes surgidas de la lectura de obras clásicas e ineludibles de la ciencia ficción, nacidas de la fecunda imaginación de grandes maestros del género, que pronosticaron fenómenos que ni ellos mismos se hubieran animado a fantasear que alguna vez se harían realidad.


Como un ejercicio intelectual, oportuno en estos momentos de aislamiento social, les invitamos a analizar los pronósticos realizados por algunos de esos autores y su cristalización en la realidad actual, que revelan como la literatura se adelanto a fenómenos tales como la preocupación ecológica, el sexo no binario, la robotización, la inteligencia artificial, la civilización de la pantalla, la realidad aumentada, la aspiración a la inmortalidad, los viajes espaciales y por qué no, y aunque no sea hoy el momento oportuno ni agradable rememorar, la pandemia mundial y la distancia social. 


Aquí algunos de los más destacados.

Julio Verne
Su universo ha trascendido sus libros y sus utopías científicas se han visto sustituidas por distopias tecnológicas.

El escritor francés, visionario por excelencia, anticipo en sus popularísimas novelas de aventuras las dos grandes aspiraciones del siglo XIX: la exploración del mundo y el progreso tecnológico

En 1865, el autor Julio Verne publicó "De la Tierra a la Luna", novela que describía una misión en la que tres estadounidenses viajaban en una nave espacial y aterrizar en la Luna. Algunas partes de esa novela son sorprendentemente similares al primer aterrizaje real en la Luna, que ocurrió 104 años después.
Tanto los astronautas de la NASA como los personajes de Verne fueron lanzados desde Florida. El módulo de comando de la NASA fue nombrado Columbia en otra similitud con la nave espacial ficticia de Verne, la Columbiad.Los astronautas de la NASA Neil Armstrong y Edwin "Buzz" Aldrin lograron caminar sobre la superficie lunar en 1969 mientras Michael Collins permanecía en la nave espacial. Los tres hombres en la novela de Verne, sin embargo, nunca pisaron la luna.


En "Veinte mil leguas de viaje submarino", publicado en 1870, hablaba de un submarino alimentado exclusivamente por electricidad. Por aquel entonces solo existían los submarinos de propulsión mecánica

El submarino francés "Gymnote", que se creó en 1888 y funcionaba con energía eléctrica, se parecía más al Nautilus de Verne que a los submarinos que precedieron a la publicación de la novela. Rosalind Williams, historiadora de tecnología en el MIT, aseguraba a National Geographic que el Nautilus no es demasiado diferente a los submarinos modernos.

Isaac Asimov
Sus novelas sobre robots y sobre la civilización galáctica, cobran fuerza ante los avances de la inteligencia artificial. Sus predicciones se discuten no solo entre los aficcionados al género, sino también entre científicos e ingenieros que debaten sobre si sus tres leyes de robótica pueden ser de aplicación como una especie de código moral para máquinas autónomas.

En "Yo robot", una investigación llevada a cabo por un periodista acerca de la trayectoria de la robopsicóloga Susan Calvin da pie a los nueve relatos que componen esta novela. Las tres leyes de la robótica, a las que en obras posteriores Asimov añadiría alguna más, constituyen las normals que rigen el comportamiento en los diferentes conflictos que se presentan entre humanos y robots. Si bien admiten una lectura independiente, la modernidad y éxito de este libro se explica por la audacia en la composición y por la aplastante lógica en las reflexiones que aparecen acerca de la robótica.

"Yo ,robot" es uno de los pocos títulos de ciencia ficción que han superado con amplitud el círculo de lectores especialmente aficionados, entre los que a menudo se considera una obra cumbre. Su influencia y la de las tres leyes de la robótica en ella enunciadas es muy notable en las novelas aparecidas posteriormente acerca de robótica, y eso mismo es lo que explica que se haya tomado como base para la película que se estrena a finales de julio 2004 dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Will Smith.

Philip Dick 

Es uno de los autores de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos, y su modo de analizar y mostrar la realidad le ha convertido en el precursor más notable del ciberpunk. Dick trató temas como la sociología, la política y la metafísica en sus primeras novelas, donde predominaban las empresas monopolísticas, los gobiernos autoritarios y los estados alterados de conciencia. En sus obras posteriores, el enfoque temático de Dick reflejó claramente su interés personal en la metafísica y la teología. A menudo se basó en su propia experiencia vital, reflejó su obsesión con las drogas, la paranoia y la esquizofrenia.

“Dick es un escritor mayúsculo, comparable a Dostoievski" dice Emmanuel Carrère “¿Lo que más me fascina de él? Lo profético de su obra, puesto que hoy vivimos en el mundo que imaginó”Escribió obras tan influyentes como El hombre en el castillo (Premio Hugo), El doctor Moneda Sangrienta (finalista del Premio Nebula), En la tierra sombría, La máquina preservadora, Tiempo desarticulado o Un ojo en el cielo, entre otras.
Pero debe sobre todo su fama póstuma a "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" que fue llevada al cine por Ridley Scott bajo el título de "Blade Runner" y protagonizada por Harrison Ford.



Stanislaw Lem
Tres de sus obras merecen especial mención.
"Solaris" (1972), quizás su obra más conocida.Cuando Kris Kelvin llega a la estación de observación en torno a ese planeta descubre que uno de sus tripulantes se ha suicidado y que los otros dos no son los únicos ocupantes del módulo: un día ve caminando por el pasillo a una mujer negra desnuda; otro se encuentra con su esposa. Pero ésta también se ha quitado la vida, años antes.



Naturalmente, el problema aquí es el de cómo saber que lo que creemos observar es real. Lem confronta a sus personajes con sus miedos y sus anhelos más profundos al tiempo que critica el proyecto de comprender el universo mediante métodos supuestamente objetivos. El problema no es menor tampoco para nosotros.



"Summa Technologiae". Hoy ya no es necesarios esperar nietos para que alguien se ría de tales profecías ingenuas, cada quien puede divertirse solo dejando en un cajón durante unos años aquello que hoy se describe como cuadro fiel del mañana.
La tecnología que facilita la vida se convierte en la herramienta de su empobrecimiento, puesto que por lo medios masivos de información pasa de ser una obediente multiplicadora de bienes espirituales a una productora de baratijas culturales.
Ninguna religión puede hacer nada por la humanidad, dado que no es un saber empírico. Disminuye, por cierto, el "dolor de vivir" de los individuos, pero al mismo tiempo aumenta la suma de desgracias que aquejan a la totalidad, precisamente por su impotencia e inacción frente a los problemas del colectivo. Así pues, no es posible defenderla ni siquiera desde un punto de vista pragmático como una herramienta útil, porque es una herramienta mala, que es impotente ante los temas clave del mundo.

"Diario de estrellas". Ya desde su inicio, en que se presentan los textos como los manuscritos legados por un importante viajero en el tiempo y en el espacio, marca el tono y los argumentos por los que discurrirán los Viajes y las Memorias del protagonista. Dominado por un humor corrosivo que pone de manifiesto con ironía lo absurdo del antropocentrismo, el libro se convierte en un alucinante viaje por el tiempo y el espacio, y en un agudo análisis de las estructuras del tiempo y el cosmos. Con razón la crítica la sitúa entre las diez obras más importantes de la ciencia ficción especulativa y la novela de fantasía europea. 


J. G. Ballard
"La literatura de Ballard marcó un radical punto de inflexión en la ciencia-ficción de los sesenta al desplazar el foco del espacio exterior —el territorio de la space-opera— al espacio interior — esa subjetividad pulsional, bombardeada y al mismo tiempo activada por desastres apocalípticos, mutaciones del paisaje mediático o inquietantes derivaciones de la ingeniería social—. Su obra siguió un trazado riguroso desde el desbordamiento imaginativo —esas heterodoxas novelas de catástrofes (El mundo sumergido, La sequía, El mundo de cristal), cuyos personajes no se regían por el instinto de supervivencia, sino por la pulsión de muerte— hasta el aséptico hiperrealismo de sus últimos trabajos —de Furia feroz a Bienvenidos a Metrocenter—, que certificaron que ya llevábamos largo tiempo habitando un presente distópico.." Jordi Costa


"Autopsia de la vida cotidiana". Las entrevistas reunidas en este volumen exhiben de manera privilegiada la lucidez con la que Ballard diagnosticó el destino del siglo XX, a la vez que lo revelan como un inquietante profeta que nos alerta desde el pasado sobre los males de nuestro tiempo: la locura como último refugio de la libertad en una era signada por el aburrimiento, la introyección de la tecnología en nuestras psiquis y afectos, la colonización total de la vida privada por el paisaje mediático o la sustitución del erotismo por esa conjunción de abstracción, deseo y eficiencia que implica la imagen pornográfica. En estas entrevistas, Ballard nos enseña el catálogo de obsesiones en torno a las cuales construyó una literatura que transformó para siempre el discurso de la ciencia ficción, enfatizando el carácter definitivamente alienígena del paisaje en el que vivimos.


Ursula K. Le Guin
Sin duda "El eterno regreso a casa" es la novela más completa e imaginativa que haya escrito Le Guin hasta la fecha.

Ursula K. Le Guin es sin duda uno de los autores de referencia en el ámbito de la novela fantástica y de ciencia ficción de nuestro tiempo. Conocida sobre todo por su ciclo de Terramar, "El eterno regreso a casa" está considerada como uno de los mejores libros de la autora. Ha sido galardonada con casi todos lo premios del género (Nebula, varios Hugo, Locus...), además de ser nombrada en el 2003 Gran Maestro por la Asociación Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficción. Otros libros de la autora en esta colección son "Las doce moradas del viento" y de próxima publicación "El mundo de Rocannon", "El ojo de la garza" y algunos más que os iremos informando.

Ray Bradbury


Sus dos libros de ciencia-ficción, "Crónicas marcianas" y sobre todo "Fahrenheit 451", aunque quiza no se ajusten al canon estricto del género, en la una narre la conquista de Marte por los terrícolas y la otra sea una distopía en la que una unidad de bomberos especializados se dedica a quemar libros. Ciertamente en la primera hay cohetes y marcianos, y en la segunda se podría considerar que se anticipan (es de 1951) algunos artefactos como la televisión plana y los airpods (“caracolitos”, “radios de dedal” que se meten en las orejas y te sumergen en “un océano electrónico de sonido”). Pero siempre está 
todo subordinado a una dimensión poética y maravillosa.



Arthur Clarke
Está considerado como uno de los grandes maestros de la ciencia ficción, un autor de inteligencia sorprendente, a menudo frío e irónico, y al que debemos algunas de las escenas más célebres del género. Si bien ya había publicado anteriormente con pseudónimo (Charles Willis y E. G. O’Brien), obras como Claro de Tierra, Expedición a la Tierra, El fin de la infancia, La ciudad de las estrellas o Relatos de diez mundos lo avalaron como el novelista que ha examinado con mayor competencia y lucidez el futuro de los viajes por el espacio y las posibilidades de explorar los planetas del sistema solar. Nominado al Premio Nobel en 1994, la novela que mayor fama le dio es sin duda 2001: Una odisea en el espacio, escrita a partir de un guión cinematográfico en el que intervino también Stanley Kubrick.



"Relatos de diez mundos" Es quizás una de las antologías más unitarias de Arthur C. Clarke, pues todos los cuentos aquí reunidos tienen como tema principal los viajes y la exploración del espacio y, sobre todo, las consecuencias que de ello pueden derivarse para el hombre y la sociedad. Sin embargo, dentro de la unidad, también puede apreciarse la variedad de registros de Clarke, que van de los cuentos más o menos humorísticos a las visiones más pesimistas.

Clarke es el novelista de ciencia ficción más sólido en activo, y tanto desde el campo de la literatura como desde el de la ciencia ha obtenido un reconocimiento internacional que lo convierte en la mayor figura de la ciencia ficción de todos los tiempos.



"En las arena de Marte", Martin Gibson, famoso novelista de ciencia ficción, viaja a una de las más prósperas colonias extraterrestes, un planeta cuyo aspecto ha cambiado hasta ser habitable gracias al trabajo de célebres científicos. Sin embargo, lo que tenía que ser un viaje de placer no tarda en convertirse en una complicada red de intereses políticos y científicos que atrapa a Martin y lo enfrenta a una desagradable evidencia: las relaciones entre la Tierra y Marte no son tan plácidas como parecen; como casi siempre, todo se reduce a una cuestión de dinero… La verosimilitud y la creación de unos personajes que cobran vida ante los ojos del lector han hecho de Las arenas de Marte, publicada por primera vez en 1951, una de las novelas más destacadas de Arthur C. Clarke.

Aldous Huxley
Su novela "Un mundo feliz" se ha interpretado como un anticipo visionario de la sociedad de consumo, una profecía que se acercaría mucho más a la realidad del Occidente actual que la de George Orwell en su famosa distopia 1984. Si en este relato la dictadura se ejerce mediante la imposición del sufrimiento, en el de Huxley se consigue el mismo objetivo a través del placer. La novela describe un mundo en el que finalmente se han cumplido los peores vaticinios: triunfan los dioses del consumo y la comodidad, y el orbe se organiza en diez zonas en apariencia seguras y estables. Sin embargo, este mundo ha sacrificado valores humanos esenciales, y sus habitantes son procreados in vitro a imagen y semejanza de una cadena de montaje. Muchas de las previsiones de Huxley se han materializado acelerada e inquietantemente en los últimos años.

Edward Bellamy

El primer uso del término "tarjeta de crédito" se remonta a la famosa novela de Edward Bellamy de 1887, "Mirando hacia atrás".

En Mirando atrás, el personaje principal se duerme en 1887 y se despierta 113 años después para enterarse de que su hogar se ha convertido en una utopía socialista.
En ese momento, imaginar que alguien podía deslizar su tarjeta para pagar un artículo y obtener un recibo por la transacción se consideraba ciencia ficción. Pero Bellamy acertó muchas cosas, incluso prediciendo que sería fácil usar la tarjeta de crédito en otro país. La primera tarjeta de crédito universal, que podía usarse en un amplio abanico de sitios, apareció en 1950, y tuvieron que pasar varios años más para que las tarjetas de crédito se terminaran por convertir en parte esencial de la sociedad actual.



Entre nosotros

Hay un mito que reza que la producción literaria argentina nunca se centró en la ciencia ficción. Hace rato que esa debate parece haber sido saldado y el mundo sabe que la ciencia ficción va más allá de cuentos y/o novelas sobre planetas extraños, viajes interestelares y no mucho más que ese cliché, y explora muchos otros escenarios además de los espaciales. 



Escritores como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Héctor Germán Oesterheld, Angélica Gorodischer, Marcelo Cohen, Pedro Mairal, Dalmiro Sáenz, Pedro Orgambide, Horacio Altuna, Cesar Aira, Alberto Laiseca, Mariana Enríquez, Ana María Shua y muchos otros han incursionado en el género, cada uno en su personal estilo con singular éxito. 

Pero esta controversia, acerca de las características de la ciencia ficción local, como asimismo el análisis de sus obras, por la extensión y profundidad que merece, será tema de un futuro posteo que complementará el presente.

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