Jorge Luis Borges
Amante de los westerns y de las
películas de Von Sternberg, crítico de cine en Sur, y guionista de varias
películas además de la memorable Invasión, el escritor mantuvo una estrecha
relación con el cine, definido como "el otro de la literatura".
En una entrevista de 1966 con The Paris
Review, el escritor concede al cine al
privilegio de haber recuperado la épica para un mundo ya irremediablemente
prosaico: "La tradición épica ha sido salvada para el mundo por Hollywood,
por improbable que parezca. Cuando fui a París, sentí que deseaba escandalizar
a la gente, y cuando me preguntaron sabían que me interesaba el cine, o
que me había interesado, porque apenas si veo ahora y me preguntaron ¿Qué
clase de películas le gustan?, yo dije ingenuamente: Las que más disfruto son
los westerns".
Borges fue espectador de películas
estadounidenses y europeas, escribió reseñas para Sur, clasificó los films de
Josef von Sternberg como "novelas realistas", apreció las bondades de
obras tan disímiles como Luces de la ciudad ,
de Charles Chaplin, y El ciudadano ,
de Orson Welles; firmó guiones para películas como Invasión , a veces en asociación con Bioy Casares
(como en Los orilleros y El paraíso de los
creyentes ), y fue un férreo defensor de las proyección de
películas en idioma original. Fuente: nota de Daniel Gigena para La Nación 15/06/2016
Victoria Ocampo
"Ningún
arte le fue ajeno. Ni siquiera los que nacieron al mismo tiempo que ella y no
contaban aún con el prestigio que la antigüedad les brindaba a las artes
clásicas.
El cine fue
una de sus pasiones. No solo le dedicó tiempo vital, espacio en la revista Sur
y reflexiones sobre sus creadores sino que también protagonizó algunos
desconocidos intentos de producción.
En 1974,
dedicó un tomo de la revista Sur a recopilar algunos de los más destacados
trabajos que se habían publicado desde 1931 sobre “el cinematógrafo”. Malraux,
Borges, Cortázar, Caillois, el gran crítico uruguayo Homero Alsina Thevenet,
entre muchos otros, escribieron sobre su visión de la nueva expresión artística
o sobre películas en particular, a lo largo de la historia de esa revista que marcó
la cultura de Iberoamérica.
En los
inicios de la década del 30 advirtió también la importancia de Eisenstein en
la construcción del lenguaje cinematográfico e intentó que filmara una
película en la pampa argentina. Ya en los 40 percibió cómo el neorrealismo
modificaba los cánones de la narración y entabló una correspondencia con
Vittorio De Sica, cultor del género y gran exponente del cine de esos
años. Eduardo Paz Leston publicó un ensayo sobre la relación de Victoria
Ocampo y el cine, que indica sus gustos y opiniones sobre un arte que admiró
con la misma intensidad con la que
abrazaba las manifestaciones de la creación y la inteligencia humana
(Victoria va al cine, editorial Libraria). (Fuente: José Miguel Onaindia -
Diario Perfil).
Adolfo Bioy Casares
Fue un gran amante del cine como espectador.
"Bioy
no mantuvo una relación crítica con el cine, sino de pura
fascinación (…) el interés estaba en la relación entre cine, narrativa y
vida", escribió Gonzalo Aguilar, en el prólogo de Bioy
Casares va al cine, el libro de Adriana Mancini que aborda la relación
entre Bioy y el séptimo arte.
"De los
diarios íntimos, de los recuerdos en Memorias, de sus cartas
de En viaje y de las copiosas entrevistas a las que Bioy se ha
expuesto a lo largo de su vida de escritor, surgen reiteradas escenas en las
que el cine y sus circunstancias son protagonistas. Las salas de espectáculos,
ya sean las del cinematógrafo, las de los famosos teatros porteños de revistas
de las primeras décadas del siglo XX, fueron espacios testigos de amores y
fantasías de muchacho; las imágenes de bellas mujeres magnificadas en la
pantalla imprimieron sus sueños", escribió Mancini en el libro.
En conjunto
con Borges escribió varios guiones para ser llevados al cine. entre ellos
Invasión de Hugo Santiago Muchnik. Los orilleros, y una
adaptación de El paraíso de los creyentes, que finalmente no
se rodó.
Cuando se
estrenó Invasión, Borges y Bioy ya estaban escribiendo un nuevo
guión que sería llevado a la pantalla por el mismo director. Les autres,
otra película de Hugo Santiago -director de “Invasión”-
en la que ambos, también “actuaron"
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narraciones (cuentos y novelas) de Bioy llegaron a la pantalla grande. Entre ellas se encuentran El crimen de Oribe, basada en el cuento
"El perjurio de la nieve", adaptada en 1950 por Leopoldo Torre
Ríos y su hijo Leopoldo Torre Nilsson; La guerra del cerdo, de
1975, filmada por Torre Nilsson y basada en la novela Diario de la
guerra del cerdo, y El sueño de los héroes, dirigida
por Sergio Renán, habría que agregar las que se hicieron luego de la
muerte de Bioy: Dormir al sol, dirigida por Alejandro
Chomski y la reciente Los que aman, odian, (escrita por Bioy
y por Silvina Ocampo) estrenada en 2017.
El cine fue
parte fundamental de su vida y no solo como arte o inspiración. También lo fue
como pasatiempo y lugar de recuerdos.
"Yo sé
que el cine me ha acompañado a lo largo de mi vida. Mis recuerdos más
íntimos están combinados con recuerdos de películas. Pero no sé en qué
medida ha influido en mis narraciones".
"Me
gusta tanto el cine que quisiera que el fin del mundo me pillara en una sala
cinematográfica". Fuente: Federico
Frau Barros para www.infobae.com
"Desde
la butaca, cada espectador vive en su sensibilidad un trozo de existencia de los personajes de sombra
que gozan o sufren ante él....Hombres y mujeres van a buscar al cine, aparte de
la distracción, una
explicación de los problemas que complican sus existencias". Roberto Arlt
"El interés de Arlt por el cine, no es un rasgo exótico o aislado, como sí lo es su interés por las ciencias ocultas en la Ciudad de Buenos Aires, la astrología y las sociedades secretas en la política argentina. La preocupación de Arlt por el cine habría que ubicarla en su contexto. No olvidemos que las primeras funciones cinematográficas se realizaron en Buenos Aires en el teatro Odeón, siete meses después de la proyección fundacional de los Lumière en París (28/12/1895).
“El cine era para Arlt tanto una
experiencia del mundo como un deseo de mundo. Según lo asegura en una de sus
aguafuertes españolas para él “ir al cine era una ‘manera ideal’ de viajar.
Pero también cuando iba al cine ansiaba viajar”.
A Roberto Arlt le interesaba, en
particular, la cuestión “sociológica del cine”, por ejemplo, el impacto en los
diferentes pueblos (“El cine y estos pueblitos”, El Mundo,
30/8/1933). La relación del cine con los usos, modas y costumbres (“El cine y
las costumbres” El Mundo, 16/12/1931). “La locura” del público por
las estrellas y divos del cine (“Me parezco a Greta Garbo” El Mundo,
8/2/1932) donde Rodolfo Valentino, se transformará en una figura emblemática en
el mundo de las Aguafuertes porteñas.
La relación de Arlt con el cine no se basa en sus conocimientos específicos del nuevo arte, sino en el efecto de éste sobre sus personajes ficticios. Por un lado encontramos a los jóvenes delincuentes que imitan las películas norteamericanas y por otro, los personajes de la clase media, sin intereses intelectuales ni sociales, que se inspiran en los mitos hollywoodenses para sobrellevar la esterilidad de su vida o que incluso aspiran a convertirse en actores de cine ellos mismos.
Algunas de sus obras fueron llevadas al cine y al teatro con singular éxito, Los siete locos, Los lanzallamas, El juguete rabioso, Saverio el cruel.
Tampoco hay que olvidar que Arlt fue uno de los primeros escritores argentinos que comprendió el influjo del cine sobre las masas, influencia que el Astrólogo piensa explotar en su proyecto «revolucionario»". Fuente: Héctor Freire para el Sitio www.topia.com.ar.
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